viernes, 13 de febrero de 2009

CAPÍTULO FINAL

Capítulo XXVII
"La Dama de las Camelias"



Volví a París, donde escribí esta historia tal como me la contaron. No tiene más que un mérito, que quizá le será discutido: el de ser verdadera.

No saco de este relato la conclusión de que todas las chica como Marguerite son capaces de hacer lo que ella hizo, ni mucho menos; pero tuve conocimiento de que una de ellas había experimentado en su vida un amor serio, por el que sufrió y por el que murió, y he contado al lector lo que sabía. Era un deber.

No soy apóstol del vicio, pero me haré eco de la desgracia noble dondequiera que la oiga implorar.

La historia de Marguerite es una excepción, lo repito; pero, si hubiera sido algo habitual, no habría merecido la pena escribirla.





Gracias a todos los que habéis acompañado mi camino durante todo este tiempo. La vida no está hecha sino de encuentros y vosotros formáis ya parte de esa vida.
Hasta siempre.